Testimonio de Cabeza Cortada:
"Cuando descubrí las emociones, la vida se tornó melodramática. De niña, si la perforación de las orejas salía descentrada, lloraba. Si el gato se enfermaba y cabía la posibilidad que -quizás- se muriera, lloraba. Si me cortaban el flequillo demasiado corto, lloraba. Lloraba y sufría. Sin embargo, recuerdo haberme cortado yo misma el cabello en un par de oportunidades. Bastante corto, siempre irreversible en lo inmediato, nunca dramático."
No hay comentarios:
Publicar un comentario